- Andrés Figueroa
- Foco Contra la Guerra
MORÁS: “RUSIA, IRÁN Y QATAR ESTÁN MÁS CERCA DE SER GARANTES DE PAZ QUE EEUU Y LA UE”
El compañero Andrés Figueroa, desde Chile, nos envía esta entrevista en primicia:
Conversamos con Nicolás Morás, ilustre analista político argentino, durante su visita a Santiago con motivo de su conferencia Viviendo la Distopía, invitado por miembros de la Federación Palestina de Chile.
¿Hay menos libertad en el mundo ahora que antes de la caída del Muro?
Objetivamente, mucho menos. Y esto no quiere decir que el modelo soviético y los satélites implicaran más libertad que el imperialismo occidental, sino que la pugna entre ambos modelos limitaba respectivamente su expansión.
Desde la Perestroika se desarrolló una hegemonía casi plena de las potencias occidentales, con la connivencia de China, que es un socio perfectamente capaz de rivalizar e incluso de quebrar ese esquema pero que no lo hace porque no le conviene en términos económicos.
El monopolio es la causa de las mayores desgracias de la humanidad, en todos los ámbitos, no sólo la economía. Bueno, en términos geopolíticos se dio a paso a un monopolio de dominio estadounidense, y el resultado es nefasto.
Estados Unidos fue, es y será la antítesis absoluta de lo que pregona.
Es desde sus orígenes una síntesis de hiper-regulación, inequidad legal entre sus habitantes, grandes fortunas que crecen al calor de la protección gubernamental en detrimento de la competencia y el libre comercio, un capitalismo corporativo paquidérmico cada día menos capaz de competir en el mercado internacional que se alimenta de la industria de la guerra permanente, prohibicionismo, encarcelamiento sistemático y lo más fundamental de todo, inherente a cualquier imperio: La exportación del modelo.
¿Qué papel interpreta la tecnología en esa hegemonía norteamericana?
En estos últimos veinticinco años, desgraciadamente, el avance tecnológico ha potenciado la ingeniería social estadounidense a niveles distópicos, impensables en el pasado.
Existe una vigilancia total y absoluta sobre tres cuartos de la población mundial. Cada teléfono móvil es una tele-pantalla orwelliana que vigila al portador hasta en el plano más íntimo: Su ubicación geográfica exacta, cada palabra de cada conversación, sus hábitos de consumo e intereses personales.
Google desarrolla perfiles de sus usuarios, perfectamente individualizados, que las propias personas serían incapaces de realizar sobre sí mismos.
El gran diferencial entre la actualidad y cualquier época previa no son las leyes draconianas o los tributos confiscatorios, que siempre existieron aunque en este momento existen en mayor número que nunca, sino la efectividad de esas imposiciones.
Nos encaminamos a una situación en la cual resultará empíricamente imposible escapar de las fauces del Leviatán, que hoy ya es empíricamente imposible limitarlo.
Dependemos, y como anarquista me parece triste, de que gobiernos como Rusia o Ecuador brinden soporte a las escasas organizaciones de la resistencia al estilo Wikileaks o rebeldes como Edward Snowden, que en caso contrario estarían en Guantánamo o directamente asesinados sin más trámite.
¿Tú dices que no existe la división de poderes dentro de los estados, pero si existe el contrapeso entre naciones?
Sí, y te explico por qué. La división de poderes siempre fue una ficción inviable, los estados se fundamentan inherentemente en el monopolio de la violencia.
Ese carácter monopólico los convierte en forma inequívoca en las plataformas de control social de las élites, e incluso en las ocasiones en que las élites han sido desplazadas pasaron a ocupar su lugar quienes tomaron el control del Estado.
Semejante aparato, como cualquier monopolio, tiende inexorablemente a crecer, a concentrar más y más poder.
Los estados son maquinarias parasitarias, extraen (jamás generan) la riqueza de los pueblos y nunca se limitarán a sí mismos porque la clase dominante que los compone es de todo menos suicida.
Ahora bien, si en algún momento de la historia reciente existió algún intento de contrapeso a la tiranía fue en los siglos XVIII y XIX, porque detrás de cada partido existía una facción armada dispuesta a evitar que sus opositores impongan una tiranía.
Ese no era precisamente un óptimo de civilización, pero daba lugar a cambios estructurales, sólo y exclusivamente porque la fuerza estaba mejor distribuída.
Desde la mitad del siglo XIX en adelante, en términos generales, se ha ido concentrando la fuerza progresivamente en manos de los estados, desarmando a los individuos al tiempo que se les proporcionaron derechos ilusorios, ficticios, y se implementó una propaganda descarada permanente para convencerlos de que son libres y soberanos. Y aquel que no se convence, a la cárcel, por supuesto.
Pero en lo que respecta a las naciones, o mejor dicho a sus respectivos gobiernos/clases dominantes, es que son entidades armadas cuyos intereses difieren en determinados asuntos. Por ende todavía se limitan entre sí.
De todas formas la diferencia de fuerzas entre los estados es muy grande
Por supuesto, como te decía, en eso consiste la hegemonía. Todo imperio ha buscado o bien imponerse militarmente, o bien alinearse con otros para reprimir o exterminar los contrapesos.
¿Te has puesto a pensar los puntos en común entre Napoleón y Hitler, ergo el enemigo público número uno del siglo XIX y el del siglo XX?
Al Imperio Británico que tildaba de dictador, usurpador de honores y déspota a Napoleón, jamás le interesó la libertad en Francia, por el contrario, trataron de abortarla por todos los medios posibles.
Tampoco le hizo asco ciento treinta años después al Régimen Nazi, gran comprador de acero inglés y merecedor de las simpatías de todo el mundo anglosajón hasta que Alemania se constituyó como potencia, ergo, competencia.
A nadie de la élite mundial le escandalizó realmente la barbarie nazi, por el contrario, y es muy lógico viniendo de los peores genocidas de la historia, simpatizaron con ella.
El quid de la cuestión fué poner en su sitio a quienes le disputaron el poder geopolítico a los actores hegemónicos del momento.
Si la realidad es dramática ya mismo, sin el contrapeso de países insumisos a la hegemonía ¿Qué nos quedaría? Con todos sus defectos Rusia, Irán o Qatar están más cerca de ser garantes de paz mundial que USA o la UE.
¿Qué opinas de Trump?
Es el líder de la organización criminal más poderosa del planeta. Pero podría ser peor.
Podría ser un sádico genocida que lance 26 mil bombas por año, como Obama.
Podría ser un sádico genocida dispuesto a invadir a todo el planeta para rendirle cuentas sólo y exclusivamente al Complejo Militar, como Hillary Clinton.
Y en ese caso, envolviendo esa vocación genocida de repugnante hipocresía progresista, si además implementara políticas castradoras del puritanismo feminista o se mostrase preocupado por el medio ambiente mientras los drones masacran niños afganos, por supuesto, que no te quepa duda, que gozaría del abrazo más tierno de esa misma oligarquía mediática que lo fustiga.
Lo de reconocer a Jerusalén como capital no tiene nada de disidente con la política de estado yanqui de toda la vida.
Claramente. Que Trump sea menos belicoso no lo convierte en una persona decente, o mucho menos un estadista deseable.
Y de más está decir que a Estados Unidos lo gobiernan las corporaciones, en sociedad con una aristocracia política a la que Trump no pertenece pero sí obedece.
Nadie llega, no a presidente, ni siquiera a candidato sin el visto bueno de los sionistas.
Por otro lado, que no te quepa duda que en menos de un año Clinton se lanzaba a invadir Irán o algo por el estilo.
No me creas mí, remítete a los cables de Wikileaks.
¿Hay esperanzas para Palestina?
El pueblo palestino es víctima de un proyecto de exterminio estremecedor, que si no ha culminado aún es por el coraje de esa gente, y por la solidaridad de los vecinos árabes (salvo los saudíes, claramente), Irán y punto.
Toda la infecta patulea de disque gobernanza mundial, leáse ONU, UE y compañía, llevan décadas de sanciones de juguete y cartón pintado contra el genocidio, pero lo cierto es que si realmente les interesase detenerlo, podrían.
¿Existe una posibilidad real de que se desintegre la Unión Europea?
No me agradan los futuribles. Mi tendencia al pesimismo me diría que no, pero últimamente han habido señales inesperadas de agotamiento de ese modelo.
Y por supuesto, los grandes beneficiarios de la Troika no tardaron en acusar a Putin de que los ingleses votaran contra la deleznable burocracia europea, los catalanes busquen independizarse o una primera minoría de franceses votara a Le Pen.
Nunca admitirán que la gente está harta de la casta. Por otra parte los europeos son facciosos desde dorios y aqueos.
Sólo atinan a crear entidades políticas de probeta milimétricamente diseñados para obedecer al régimen, de Ciudadanos (y también Podemos) en España a Macron en Francia, con la pretensión de contener a los enemigos del sistema con reformas insignificantes y mucho marketing.
Creo que es la propia mediocridad táctica de los europeístas la que los conduce gradualmente a su fin. –