“LA PRENSA OCCIDENTAL ES UN OBSCENO APARATO PROPAGANDÍSTICO QUE SIMULA OBJETIVIDAD”

Nicolás Morás, fotografías de Martina Jeanson
Semanas atrás me sorprendí gratamente escuchando una magistral exposición sobre el funcionamiento de las sociedades occidentales en la actualidad.
 
Lúcido y original, el entrevistado analizaba el lado oscuro del auge global del feminismo de género, la vigilancia a la que nos sometemos voluntariamente en las redes sociales, los estrechos vínculos entre el terrorismo islámico y Estados Unidos, la corrupción de las ideologías, los intereses espurios de cierta corporación científica y la campaña anti-rusa por parte de una élite mediática que no quiere asumir el fracaso de su poder hegemónico ante una serie de cambios geopolíticos que lo revelan. 
 
Entonces le pregunté a un colega argentino ¿Quién es Nicolás Morás, el polemista en cuestión? Y me respondió con el ingenio que lo caracteriza  “Un guerrillero del lenguaje”. 
 
Repasando su biografía caí en cuenta de que la definición no podría haber sido más acertada: 
 
Morás desestabilizó políticos hasta forzar la destitución. Irritó a un Nobel de Literatura obstinado en hacer política. Instaló algunos temas de debate en Sudamérica que los grandes medios pretendían mantener ocultos: Miles de inocentes presos por las leyes feministas, espionaje masivo en redes sociales, fundaciones políticas europeas que interfieren en la política regional.
 
Un congreso de Comunicación Alternativa en Argentina fue la oportunidad indicada para el encuentro.
 
Entre Discursos de Cicerón y Desobediencia Civil de Thoreau, encontré en la biblioteca a un joven de presencia imponente, dispuesto como era de esperarse a “No dejar títere con cabeza.
 
Es un placer entrevistarte Nicolás. Te adelantaste a sucesos impensados, como la victoria electoral de Donald Trump en EEUU y la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Dices que el modelo hegemónico mostraba signos de agotamiento. 
¿Cuáles son las claves de este modelo y por qué está en crisis?
Gracias Manuel, el gusto es mío. El modelo está en crisis porque su sustento moral y material decae. Buena parte de la población está ofuscándose cada vez más frente a un orden de las cosas cuyos beneficiarios pretenden, por el momento, mantener inmutable. Y ya no es tan fácil. Respecto a las claves fundamentales, no es sencillo plasmar un cuadro, una sola imagen, de una hegemonía, que para llegar a serlo de por sí implica un entramado complejo de normas, discursos, creencias que se instauran en ámbitos tan diferentes como la familia, la academia, la industria del entretenimiento…
 
Una hegemonía se construye gestionando exitosamente aquello que los marxistas llaman “super-estructura”, que es la idea más lúcida de Marx, inspirada a su vez en el concepto de Ideología del liberal francés. Antoine Desttut de Tracy.
 
Pero para no aburrir a tus lectores con disquisiciones intelectuales, te enumeraré los aspectos fundamentales que percibo en la hegemonía vigente.
Antes de eso ¿Cuándo se origina el modelo?
Es un esquema que comenzó a gestarse en la década del setenta, inmediatamente después de la derrota estadounidense en Vietnam, que obligó al statu quo yanqui a replantearse muchas cuestiones. 
 
No en vano entre 1971 y 1973 surgen dos cambios nucleares a los cuales la historia oficial, como es de esperar, no otorga su debida dimensión:  La eliminación del patrón oro, ergo la consagración del dinero fiduciario, controlado al antojo de los políticos, que comienza a respaldarse en deuda y explica tanto los procesos inflacionarios como el endeudamiento compulsivo en países desarrollados y subdesarrollados. 
¿Por qué desligarse del oro generó tantas crisis?
Precisamente porque abandonando un respaldo en moneda dura, que por definición debe ser escasa, se le abrió la posibilidad de emitir descontroladamente a los políticos.
 
Los latinoamericanos por ejemplo tendemos a creer que la depreciación monetaria es fruto de una suerte de desprolijidad autóctona, pero no. En todo caso las desprolijidades, y fundamentalmente la dependencia financiera a poderes trasnacionales acentúan el problema.
Pero basta con mirar cualquier gráfico sobre el poder adquisitivo del mismo dólar estadounidense para caer en cuenta del brutal decaimiento de su valor.
 
El artilugio imperialista de que el dólar, luego de los acuerdos de Bretton Woods, se convierta en moneda de reserva de los Bancos Centrales del mundo, condenó a la humanidad entera a una progresiva pérdida de riqueza material.
 
Y peor aún, a entrar en una espiral de crédito compulsivo, de individuos, empresas y Estados, que condujo a este capitalismo burbujista, inestable, extremadamente vulnerable para trabajadores y empresarios de bien, basado en la mentira ridícula de que se puede gastar más de lo que se tiene y salir bien parado.
 
La gente no se lo cuestiona porque es esclava, entre otros dogmas equivocados, de la fantasía que sostiene que los gobiernos son algo más que individuos, y por ende no se someten a las leyes de la física que aplican al común de los mortales. Bueno, error, los gobiernos los componen individuos, generalmente de los peores. El problema es que toman decisiones con la riqueza y las vidas de otros.
¿Y cuál es el segundo evento clave que ocurrió esos años?
La guerra contra las drogas. De un día para el otro, Estados Unidos decidió crear una mesiánica legislación, propia del puritanismo cultural yanqui, extremadamente servil a los intereses materiales del Complejo Militar Industrial, dando muestra cabal de que el Imperio estadounidense no puede sobrevivir si no es en base a la industria de la violencia. 
 
La novedad no era el prohibicionismo, que ya se demostró fracasado con la Ley Seca, sino la vocación de internacionalizarlo, de utilizarlo como un instrumento geopolítico.
 
En un nítido ejercicio de dominación imperial, un centenar de países calcaron dicha legislación, que se trata básicamente de penalizar el comercio, la producción y el consumo de bienes socavando al extremo la libertad individual, generando un estado de guerra permanente que le costó la vida a centenares de miles de inocentes y por supuesto, encareciendo las sustancias prohibidas dramáticamente, elevando los incentivos para el narcotráfico, y brindando un justificante político novedoso (ahora normalizado) para que EEUU avasalle de la soberanía de quién se le antoje. 
 
A la luz de los acontecimientos, cuarenta y cinco años después la venta de estupefacientes, nocivos para la salud fundamentalmente por la clandestinidad de su producción, ha alcanzado el mayor nivel en su historia al ritmo que crecen sin descanso la población encarcelada, la corrupción policial y las víctimas de homicidio.
 
Pero el objetivo real se consiguió: Estados Unidos transgredió la política imperialista clásica de imponer directivas militares, y logró hacerse con el control de las políticas de seguridad de tres cuartos del planeta, consiguiendo así una dominación mucho más efectiva y letal. 
¿Por qué más efectivo influir en temas de seguridad que en temas militares?
Porque les permite incursionar directamente en la política interior de cada país, equipar, financiar y por ende manejar sus cuerpos policiales, al descubierto. Es menos esforzado que el despliegue de servicios de inteligencia, conexiones secretas, que por supuesto siguen utilizando también. 
 
Ahora, la combinación de la DEA paseando felizmente por Argentina, Colombia o Brasil con los tentáculos infinitos del espionaje web, permiten el más perfecto control de la humanidad que se haya ejercido nunca.
 
Hasta acá te expuse el origen de dos pilares del sistema vigente: La globalización de la moneda débil, maleable políticamente y la globalización del prohibicionismo, y el resto de las políticas de (in)seguridad del Norte.
 
Pero falta mucho por explicar.
 
Por ejemplo la cuestión cultural. ¿Cómo se llega a la hegemonía progresista que tú evalúas como cuasi totalitaria?
Muy bien, a eso quería llegar. La quintaesencia de una hegemonía es su relato, y la manera de venderlo e infiltrarlo en las mentes de los dominados, el fin que persigue cada elemento, la  Mise-en-scène.
 
Suelo decir que esta instancia de la historia concretó las profecías distópicas de Aldous Huxley, porque ahora buena parte de los oprimidos aman la opresión, o al menos la amaban hasta que comenzó a hacer agua el relato. 
 
Bueno, yo creo que el Sistema evolucionó años luz en materia de propaganda. 
 
Fundamentalmente porque se combinó la naturaleza dinámica del capitalismo virtual, donde los capitales líquidos migran con facilidad con la mejor explotación posible de la farsa democrática. 
 
Entonces ya no hay un relato monolítico, sino una variedad de relatos, todos y cada uno funcionales a las necesidades del sistema, distribuidos más o menos entre las cantidades de adeptos más convenientes para los dueños del sistema. 
¿Acaso no crees que se busca imponer ciertos mensajes?
¡Exactamente! Y ahora más que nunca. Te lo ejemplificaré. 
 
Ejemplo: ¿Cuál fue el relato del Imperio Británico, a grandes rasgos?
 
“Somos los garantes de la civilización, una sociedad de clases perfectamente organizada, ponemos orden en las sociedades bárbaras, somos el motor de progreso del mundo, Europa desprecia pero necesita a nuestra isla, hay más grandeza y prosperidad en la vida de un zapatero londinense que en la de algunos sultanes, caciques o daimios, y además (sí respetas el lugar que te asignamos en la sociedad) tendrás libertad individual”
 
Para mucha gente resultaba medianamente aceptable, pero para algunos obreros fabriles de Mánchester al momento de cobrar la quincena, no. Tampoco para los liberales decentes de tradición ricardiana que denunciaban la farsa imperialista de llamar “libre comercio” a la esclavitud mercantilista que imponía Londres sobre medio planeta al tiempo que incentivaba cuanta guerra civil pudiese. Me refiero a Thomas Hodgskin, Richard Cobden, el mismo Owen en el plano socialista. 
 
Dramatugos como Oscar Wilde satirizaban brillantemente esa hipocresía. Existía una oposición. 
 
Y claro, el que no compra el relato exige que los relatores tomen medidas. 
 
Consecuentemente los enemigos de la Corona fueron reprimidos, expropiados, aprisionados, en el caso de Wilde por su elección sexual ¡Vaya libertad individual la de los británicos!
 
Aproximadamente todos los relatos hegemónicos de cada época y cada país cumplieron ese esquema.
 
Ahora en cambio hay una multitud de relatos para escoger, y varias maneras de integrarse ideológicamente al mismo sistema estatista capitalista hiper-vigilante globalizado. 
¿Socialistas y capitalistas son igualmente funcionales al sistema?
Correcto. Si sos un enérgico partidario de este capitalismo corporativo, el relato es “El capitalismo nos condujo al mejor de los mundos posibles, ahora puedes tomarte tu coca cola en París, en Nairobi o en Bangkok, la gente antes del Internet se moría virgen a los catorce años, ahora hay diecisiete pantallas por habitante, Monsanto planta tomates en el desierto, que podemos comprar en cuotas con tarjeta de crédito y trescientos canales en la televisión, además de Netflix para ver más y mejores películas de los nazis matando a los pobres emprendedores judíos, que hoy en día viven en Paz gracias a Estados Unidos que impone democracia, Estado de derecho y Facebook por todo el planeta, manteniendo a raya a los comunistas yihadistas ¡Cuánta libertad!”
 
Si por el contrario sos un socialdemócrata,“Nuestros Estados de Bienestar impiden que los niños del mundo urgen en cestos de basura y se mueran a los catorce años por no tener vacunas, el Estado le subsidia a los laboratorios farmacéuticos para tal fin. La ciudadanía tiene nuevos mecanismos de acceso al poder. Hay miles de nuevas carreras universitarias cada vez más extensas y cada vez más egresados, y más colegios profesionales, y más sindicatos, y todo subsidiado por el Estado. Y tenemos  que involucrarnos más en la democracia para conseguir más y mejores subsidios para la cultura, osea para los artistas, nuestros artistas, osea nosotros. Y también rescatamos a los bancos en quiebra para que otorguen créditos más económicos a los agricultores orgánicos, y lucharemos para que haya de nuevo un presidente negro en Estados Unidos que imponga en el mundo democracia, amor por los más necesitados, leyes contra que las armas en manos de civiles e impuestos al tabaco, manteniendo a raya a esos islamistas codiciosos que no quieren pagar impuestos para pagarle a los maestros, los médicos, las farmaceúticas y los bancos”.
 
Si sos comunista tendrás la opción de combatir las injusticias del sistema desde las aulas de una universidad durante diez, veinte años, lo que tardes en terminar la carrera de filosofía subvencionada por impuestos de gente que trabaja,  asistiendo a recitales despoblados también subvencionados, clamando por el proletariado desde el Iphone que compró tu padre en un grupo de Facebook y leyendo frases (ni siquiera libros) de estos modernos eurocomunistas que te invitan a formar un partido y ganar elecciones porque eso de la revolución violenta quedó demodé.
 
Luego está la gente sin ideología indiferente al origen orgánico o transgénico del tomate, que con Netflix, la tarjeta de crédito, el Iphone, Uber, Facebook y la televisión se conforma con la frase “Nunca estuvimos mejor y mañana vamos a estar mejor aún gracias a los robots”.
Muy bien. Hasta acá una muestra de la feria de variedades de relatos que ofrece el Sistema hoy. 
 
Cada quién elige el que más le guste y tiene material para entretenerse discutiendo con los demás.
 
Algo así como los antiguos libros juveniles que están en aquel estante, “Elige tu propia aventura”. Sólo que en este caso, todos los caminos conducen a Roma. Roma es la perpetuación del orden establecido y la élite que lo configuró.
¿Claro, existe un relato multifacético que siempre beneficia a la élite, pero entonces por qué el progresismo es hegemónico?
Manuel, déjame terminar, Manuel. A propósito de Roma, un día la Roma de Teodosio, próspero Imperio, se cristianizó para instaurar la Hegemonía cultural a los territorios conquistados, que antes gozaban del privilegio de mantener sus propias costumbres, religión incluída.
El catolicismo, etimológicamente “Lo que está sobre todo, lo universal”, fue la pulsión globalizadora de un imperio de naciones que pretendió escalar a un nivel superior, el de la conquista total y perfecta de sus subordinados a través de un credo que promulga un Dios por encima de toda diferencia, a quién corresponde impartir Justicia, aunque aclara que hay que tributarle al César también, en tanto y en cuanto que los oprimidos tendrán una recompensa si aceptan su bienaventurada opresión y no cobren revancha en la vida terrenal, porque la venganza es pecado. 
 
Paradójicamente Roma colapsó y el cristianismo sobrevive, aunque goce de menos popularidad, porque es un discurso extraordinariamente eficaz. 
 
La Progresía es el cristianismo de esta Roma, de este sistema actual que vivió su mejor momento durante los quince años posteriores de la Caída del Muro de Berlín abusando de la farsa de pluralidad de voces y variedad de relatos funcionales, si bien predominaba cierto aire triunfante por de “fin de la historia” por parte de los exégetas del atlantismo.
 
A partir del 2000, 2004, te diría, la Progresía se convirtió progresivamente en la nueva religión de Estado entre los miembros de la Unión Europea y los países americanos.
 
Por ende el discurso progresista comenzó a ocupar un lugar indiscutiblemente privilegiado, institucionalizándose a la fuerza, integrándose como parte imprescindible del modelo.
 
Con menor o mayor agrado, derechas e izquierdas del establishment, y muy especialmente la oposición controlada de los disque anti-sistema, adoptaron esta cantaleta: “Bueno, estamos avanzando en la diversidad. Ha llegado la hora de las mujeres, los judíos, los transexuales, las mujeres judías transexuales, algunos inmigrantes y las especies en peligro de extinción…logramos multiplicar las leyes contra el anti semitismo, el micro machismo, los fumadores, los obesos, el calentamiento global, el pensamiento ofensivo, las miradas amenazantes, el bullyng y la violencia de género islámica de esos tipejos con turbante que ponen a un Dios sobre El Estado multicultural del Bien Universal”
¿Qué ventajas encontró la élite atlantista en el modelo progre, en la cultura de la corrección política?
Querrás decir en la incultura de la corrección política, en la censura que conlleva la corrección política, y ahí tienes tu respuesta. 
Yo no tengo una respuesta inequívoca acerca de la causa última de este fenómeno, pero sí entiendo que el credo progresista resulta muy útil para la arquitectura de la tiranía en pleno siglo XXI. 
 
Es una suerte de tercer despotismo ilustrado. El primero fue el de las aristocracias europeas que decidieron dejar de perseguir al arte y a la ciencia a principios del siglo XVIII para convertirse en sus mecenas, y por ende patrones de artistas y científicos, que en ese mismo momento perdieron autonomía, independencia y libertad en virtud de privilegios de casta. 
 
La segunda edición la trajo el positivismo, fundamental para consolidar a los imperios europeos decimonónicos, abusándose no ya sólo de interpretaciones forzadas de la ciencia, sino construyendo pseudo ciencias  sociales, ingenierías sociales, con la pretensión de controlar y dirigir a la humanidad, reprimiendo o explotando las diferencias entre pueblos e individuos de acuerdo a la conveniencia del poder europeo. 
 
Finalmente la progresía del Siglo XXI se consagra como la máxima expresión del despotismo, definitivamente menos ilustrado y mucho más hipócrita. 
 
A través del “buenismo” político se regula la conducta de la población, se censuran opiniones, textos, se encarcelan inocentes, el Estado se mete deliberadamente a diseñar la comunidad civil con leyes de cupos, de identidad de género, interviene el lenguaje, invade el ámbito familiar, sexual, íntimo de los ciudadanos como nunca antes a través de las leyes feministas. 
 
Occidente siempre se caracterizó por la hipocresía radicalizada, Estados Unidos es posiblemente la nación más liberticida del planeta, fundada por puritanos dueños de esclavos que echaron a patadas al único auténtico revolucionario de esa gesta, Thomas Paine, y desde entonces enarbolaron una vocación de imperialismo extensivo, salvaje, que conquistó dos tercios del territorio mexicano como bautismo de fuego y desde entonces no paró de imponer caos, muerte, dolor, en cada esquina del globo. 
 
No obstante en cada uno de los 240 años de historia política americana vas a encontrar una proclama de libertad, de que ellos abogan por la libertad. De que ellos imponen la libertad. 
 
Ahora bien,  el progresismo contemporáneo  no es otra cosa que una tergiversación suma cum laude de los movimientos contraculturales de la década del sesenta y su consiguiente puesta al servicio del statu quo. 
 
Esta obra cumbre del cinismo les permite a los neo- imperialistas españoles de la Telefónica, Marsans, Repsol, Sara y Santander disfrazar su paternalismo abyecto sobre los latinoamericanos de “Pedido de disculpas, colaboración mutua, hermandad entre los pueblos, celebración de la diversidad” mientras explotan oligopólicamente sectores clave en la mitad de Hispanoamérica como lo son las telecomunicaciones, el transporte aéreo, los servicios financieros, y la producción de combustible.
 
O a la sociedad más racista del planeta, que es la estadounidense, afirmar que evolucionaron en materia de tolerancia por poner a un negro de Harvard a bombardear todo el planeta desde la Casa Blanca mientras las policías del régimen siguen exterminando aleatoriamente a los negros de a pié por su mero color de piel.
A propósito, tu frase “El Feminismo es la Nueva Inquisición”se ha viralizado mundialmente. ¿Será una muestra más de que la gente se rebela contra la criatura?
Diste en la tecla. El Feminismo es el principal instrumento de político del modelo de dominación progre, y la más perfecta explicación de su muerte anunciada. 
 
El feminismo de género, que no es un feminismo por la igualdad de derechos, sino una maquinaria de victimización y conquista de privilegios, es rechazado por una gran mayoría de la sociedad civil. 
 
Y al ritmo que los políticos y la prensa servil insisten en imponerlo a sangre y fuego, más rechazo generan. 
 
Aún así avanzan deliberadamente, porque ese esnobismo, ese aire de superioridad intelectual completamente falsa que caracteriza a los arrogantes ingenieros sociales de cualquier siglo, les está cavando lentamente sus tumbas.
 
La estrategia base, maquiavélica, gramsciana a la inversa, es muy buena: Poner a la mitad de la población en contra de la otra mitad. 
 
La trastienda del negocio es aún mejor: Conformar al 50% de la población que fortalecerá drásticamente su adhesión al sistema a expensas de la otra mitad, que se de por sí es la más desfavorecida y que seguramente debería someterse por medio de la censura sistemática, la histeria colectiva de los guerreros de la justicia social, propaganda mediática uniforme sobre una desigualdad anacrónica, falsa, y el propio temor a las leyes draconianas, despóticas y dictatoriales de violencia doméstica que toman al varón por culpable, invierten la carga de la prueba y en la gran mayoría de los casos encarcelan inocentes. 
 
Es un fascismo travestido que adoran las élites, a las que no cuesta nada adoptar la neolengua del “todos y todas”y seguir fracturando a la sociedad civil, que se sabe, más débil y enfrentada esté, mejor para el poder estatal corporativo que las parasita.
 
Su problema es como te digo, no están midiendo la resistencia. 
 
El totalitarismo engendra rebelión, y corren tiempos en los cuales el capitalismo burbujista tecnológico dejó a cada vez más oprimidos sin empleo, sin techo, y por ende sin coca cola, ni Netflix, ni Ipad. 
 
Cada vez más gente se está cansando de los fiscos hipertróficos que rescatan Bancos deficitarios, de Monsanto y de los veganos con Mercedes Benz, de los tomates que están cincuenta veces más caros que cuando el patrón oro.
 
La dictadura de lo políticamente correcto, que es burdamente hipócrita, no hila fino, no disimula su carácter totalitario, es la gota que derrama el vaso. 
Entonces aparecen los cambios de rumbo: Un incorrecto Trump, un incorrecto Brexit, un incorrecto ascenso de los euroescépticos.
Claramente. Lo lamentable de todo esto, es que si bien urge celebrar la inminente caída de la hegemonía vigente, no hay indicios de una gran reconfiguración del mundo por el momento.
 
Trump es infinitamente mejor para el planeta que Hillary Clinton, la niña mimada del Military Complex, quintaesencia de la aristocracia polític,  abanderada del progresismo bombardero.
 
No obstante, de más está decir que Trump no es un anti-sistema. Es un presidente de Estados Unidos, por ende un aliado del sionismo al servicio de Wall Street y ni se plantea desarmar el entramado criminal de espionaje masivo de la CIA y el NSA a través de las corporaciones digitales devenidas en Estado Mundial: Facebook, Google, Microsoft, Amazon, Apple. 
 
Y el sistema, que al fin y al cabo de eso se trata esta historia, encontrará manera de reinventarse cuando definitivamente no quede otra opción.
 
Claro que cada cambio de época tiene sus bajas, sus perjudicados, incluso entre las propias élites. 
 
Ahí ves a la prensa hegemónica occidental en bloque adjudicándole a Putin todos los fracasos propios, de su propio discurso repugnante, de un totalitarismo burdo del que son cómplices y perpetradores. 
 
Pero no, no es culpa de ellos, no, no, la culpa es de Rusia, la culpa es de Irán, la cumpa es de Corea del Norte que no corta ni pincha en el concierto de las naciones. 
¿Crees que los medios están perdiendo credibilidad?
La prensa occidental es básicamente un aparato de propaganda que simula objetividad. 
 
El caso es que podría decirse que ya no sirven ni para eso. Las ventas de periódicos son exiguas hace mucho tiempo, pero los lectores en digital también son cada vez menos. 
 
Han abusado de la mentira. Se han olvidado de interpretar su papel, unas mínimas diferencias entre las líneas editoriales supuestamente divergentes. 
 
No, desde hace tiempo replican discursos idénticos y patéticos, conspiradores publicando conspiraciones sobre hackers rusos, los hacedores de dictaduras denunciando dictadores por doquier. El ladrón que cree que todos son de su condición.
 
Son la expresión superlativa del doblepensar orwelliano y definitivamente ya nadie les cree. 
 
Están condenados a la ruina. 
 
No obstante, la élite les encontrará un reemplazo pronto. Jamás se quedará sin voceros.
 
Un caso interesante es el del canal de Youtube Visual Politik. Tres histriónicos politólogos españoles repitiendo a toda hora, en el formato adecuado para este siglo, la agenda del Pentágono en el mundo.
Para concluir Nicolás ¿Todos los cambios comentados, reforzarán la multipolaridad?
Es difícil de predecir, pero posiblemente sí. 
 
A lo largo de esta conversación, nos limitamos a tratar aciertos y errores de la élite occidental en su rol autoerigido de gendarme global. 
Los fracasos son muchos, y están comenzando a pagar el costo. Les queda la posibilidad de reinventarse, y seguro lo harán. 
 
Pero estamos omitiendo la razón de fondo por la cual esa prensa decadente, moribunda, desprestigiada, apunta contra Putin y lo señala como la Bestia Negra. 
 
Él representa un liderazgo genuino, contrapeso relevante, demuestra que después de un cuarto de siglo, afortunadamente, aparecieron límites para esa vocación tiránica expansiva del club de amigos de la OTAN. 
 
Creo, si me permitís una hipótesis, que la batalla decisiva de los próximos años será comandada por los titanes tecnológicos erigidos definitivamente como vanguardia del poder atlantista contra una coalición muy fortalecida de países soberanos como Rusia o Irán junto a todos quienes no estamos dispuestos a permitir que nos implanten un chip en el cerebro.