#todosconemmita y la superioridad del orden espontáneo
Uno de los contra argumentos anti liberales suelen ser «¿cómo hacemos con los pobres?» «¿querés dejar morir a los enfermos?» «¡andá y hablale de economía a los chicos de la villa!».
Si bien la historia siempre nos dio la razón hoy me puedo valer de un ejemplo que está en boca de todos en los últimos días.
Una nena de Chaco llamada emmita nació con una enfermedad muy extraña llamada atrofia muscular espinal, la cual provoca que sus músculos se «apaguen» perdiendo progresivamente la fuerza física necesaria para gatear, andar, sentarse, caminar, comer y respirar. Los niños que nacen con esta patología no suelen vivir más de dos años, a no ser que consigan el medicamento más caro del mundo, de un valor de 2 millones de dólares.
Ante esta triste noticia los padres de Emma Natalia Torterola y Enzo Gamarra no se dejaron vencer y empezaron una lucha que parecía imposible, organizaron una campaña por redes sociales llamada «#todosconemmita» para recaudar el dinero.
Esta noticia llego a manos de Santiago maratea, un influencer argentino muy conocido, que con ayuda de su gran carisma, logro fomentar que cada uno de sus seguidores ayudara como pueda, ya sea compartiendo o donando cifras muy acotadas que iban de 25 a 300 pesos al día, esta campaña fue apoyada por otros famosos, hasta incluso llegar a medios masivos de comunicación, de esta manera en tan solo 10 días. De esta manera en un acto heroico se logró juntar la totalidad del dinero requerido.
No deseo pecar de sensacionalista, pero usted lector, ¿se imagina el horror que hubiesen padecido los papás de emmita, ante tal desesperación si tuvieran que haber transitado por los eternos y agotadores niveles de burocracia en los que está envuelto el sistema de “salud” argentino? Si hasta para entregar una silla de ruedas el anses se tarda hasta un año (lo digo por experiencia propia). O peor aún, si tuvieran que haberle besado los pies a algún político, que capitalizaría su desesperación para hacer campaña. Por supuesto que el final de esta historia sería muy distinto.
Eh aquí la diferencia entre aquellos que se llenan la boca de hablando la solidaridad, empatía y salud, imponiéndola por la fuerza, hasta incluso amenazando con mandar a los militares a las calles y aquellos que si bien pueden o no profesar nuestra ideología se organizan haciendo y donando lo poco que tienen por una causa justa.
Estos y no otros son los limitados, pero efectivos actos que podemos hacer para promover el liberalismo anarquista, nos sirven para quitarle el velo a los despistados y mostrarles que no necesitamos en lo más mínimo a ningún delirante mesiánico que nos diga que es mejor para nosotros.
A todos esos cientos de miles de donantes, nadie les tuvo que contar el dolor y la desesperación de tener un hijo adolecido, por eso ayudaron sin pensárselo dos veces. Mientras los señores políticos van a estudios de televisión con su asquerosa opulencia e ignorancia de la situación del país a repetir hasta el hartazgo frases como “yo digo lo que siente la gente” o “yo hago lo que me pide la gente por la calle”, cuando nunca en sus vidas les tocó sufrir la pobreza, el hambre, la miseria, la incertidumbre, el encierro y otras tantos tormentos que ya se hicieron el pan de cada día en nuestro país.
«La solidaridad es espontánea, decretarla es aniquilarla». (Claude Frederich Bastiat).